¿Navegas conmigo?

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miércoles, 19 de enero de 2011

Cielo de Enero III

Me seco poniendo un dedo en mi mejilla derecha, la humedad de una ultima lágrima que termino de evaporarse con ayuda del calor de la mañana.
Un cielo despejado y un horizonte azul al fondo, me resulta todo demasiado primaveral, tratándose de una mañana de Enero y sobre todo después de los últimos días de lluvia.


Muy lentamente me dirigí al baño, tenia la extraña sensación de que no estaban las cosas donde las deje el día anterior, al pasar por la salita del ordenador, pude ver como mis pantalones vaqueros, los cortos, estaban sobre la silla, también una toalla sucia encima de la mesa y restos de un bocadillo de jamón con matequilla, aquellos que tanto me gustan, pero... ¿quien había revuelto todo aquello? en esos momentos, la verdad es que no lograba dar razonamiénto lógico a todo lo ocurrido, pero dentro de tanta confusión podía experimentar un trasparente pensamiento de seguridad, la puerta del baño entre abierta y en el suelo mis playeras del verano pasado con restos de arena, parecían estar esperándome justamente donde las solía dejar, no estaba nervioso, no... todo lo contrario, sobre el lavabo un carrete de fotos sin estrenar, pensé que quizás en la papelera de la cocina estaría el envoltorio, tenia por costumbre tirarlo allí y efectivamente allí estaba, poco después me tube que tomar dos vasos de agua, no había acabado el segundo cuando inclinando la mirada hacia la mesa, dos bocatas y un bolso aparecía frente a mi, cuando entre había pasado desapercibido, quizás debido al cumulo de experiencias en tan poco tiempo, había decidido salir fuera y quería centrar mis ideas, tenia que vestirme lo antes posible, al cruzar la puerta de la cocina, me pareció ver algo mas, pero esta vez sobre la encimera, retrocedí instintivamente, un objeto color gris, si, mi cámara fotográfica estaba allí, pero hacia mas de un año que la deje de utilizar debido aun problema en su sistema, también observe que en su interior tenia un carrete de veinticuatro del que solo se habían disparado veintitrés, al parecer, una solitaria e impaciente foto, esperaba ser disparada en el interior de mi cámara, no podía hacer otra cosa que dejarme llevar por aquellos inexplicables y disparatados acontecimientos.
Todo parecía tener una sencilla explicación con la que estaba a punto de tropezarme de lleno, al parecer, todo iba tomando sentido y forma a medida que iba pasando los minutos,venia a ser algo así como estar plantado sobre un inmenso puzle al que le faltaba esa ultima pieza, la cual tras larga búsqueda, terminas por descubrir que la llevas en el bolsillo.
Una nueva y viva luz de libertad absoluta, mezclada con una gran dosis de confianza, terminaban de conjugar esa peculiar filosofía adquirida en esos últimos minutos, en un instante me encontré en la calle, sabia muy bien lo que debía hacer, al menos eso llegue a pensar, pregunte a unos chicos que por allí pasaban, se reían, probablemente al verme con aquel albornoz en un día tan veraniego como el de aquella vez, si, como el de aquel día y no como el de hacia unos minutos, me comentaron que iban a darse un baño, la verdad es que era propio en una zona costera como aquella, pensé en comprar algún periódico con el que quizás llegar a centrar mis ideas con respecto al día en cuestión que a modo de fabulo se había plantado frente a mi y que de una forma casi enigmática me pedía a gritos y en silencio ser explorado, vivido exclusivamente por mi, pero no me iba a dar tiempo comprar nada, al fondo, en la fachada de unas de las blanqueadas paredes, un anuncio, a unos sesenta metros, terminaban de diluir mis confusiones para dar paso aquella noble intuición que me estaba persiguiendo.
M encamine calle abajo, a paso ligero, aun llevaba puesto mi albornoz, recuerdo la mirada de la gente, no apartaba la mirada de aquel poster, de aquel anuncio, al fondo, cada vez mas cerca y nítido, imparáble seguí caminando como si lo hubiera hecho un autómata.
El día en el que el y yo decidimos irnos a dar un paseo junto a la playa, habíamos renunciado a unas entradas que unos amigos nos habían regalado para asistir a un concierto al cual no fuimos, precisamente para pasar una hermosa tarde juntos, la misma que hoy de forma gratuita y fantástica habría la puerta de la posiblidad de volver a vivir. No sabia porque, pero allí estaba, si, el mismo concierto del catorce de Mayo, una bocanada de llanto me puso de rodillas en aquel suelo, de nuevo se me volvieron a humedecer los ojos. Un niño se paro frente a mi sonriente, me miraba feliz, con su mano izquierda protegía sus ojos del sol a modo de visera, permaneció en silencio un instante y luego me dijo manteniendo una sana e inocente sonrisa... " hoy sera un bonito día, no crees " luego se alejo y desapareció repentinamente.

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